PRENDA DE PERMANENCIA
Es razonable quererla, poseo el don ciego de pasarme las
horas a su lado, lápida rasa espero en cualquier
momento a su lado la llegada del pájaro inerte
que tiene encomendado escribir unas letras
sobre la superficie rasa de mi lápida.
Cómo no quererla si de algún modo que sólo puedo
calificar de misterioso, toda esta idea de las
letras que trae en su pico de oro y lluvia el
pájaro migratorio de mi deterioro, no me
intranquiliza: tal es así que no parezco yo.
Será que el afecto que por ella siento hace
que de repente no me afecte ni la disolución
del cuerpo ni la resolución en alto de que ya
es hora de que haga diana.
La quiero, y es razonable: Lucrecia Diana Laura Francesca
Irene es razonable que se llame; y no es eso
confundirla. Véase: ojos zarcos, un resto
imperceptible de carnal desperdicio en la
comisura de los labios, buena conversación
en el sentido de que escucha con todos los
sentidos atentos: y para mayor gloria suya,
su larga trenza rubia la recoge a la mañana
en un rodete en lo alto de la cabeza, de pie
(desnuda) delante del espejo del botiquín: y
yo a sus espaldas la veo la larga trenza
recogerse con el mayor sosiego, admirable
sosiego si se piensa que esa trenza tiene el
mismo grueso y largo de la cicatriz que le
sube del pubis a la suave hondonada que
yace y que subyace entre sus pechos.
José Kozer (La Habana, Cuba, 1949)
Fuente:"Una Cuba: cinco voces / Lorenzo García Vega; José Kozer; Antonio José Ponte; Soleida Ríos; Reina María Rodriguez". Editado por Centro cultural de España en Buenos Aires, 2005.
Mencantó
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