ALTO EL SURCO
Tuvo que ser así.
Tomé la sartén
por el mango
y se lo dije:
Me gustás mucho
y me parece
que te quiero.
Y ella, sin inmutarse,
respondió:
Yo también, tonto,
si no, ¿ por qué
te creés que estoy acá
desde hace ocho años?
A mí solamente
me salió:
Claro, tenés razón,
no lo había pensado.
Y seguimos cosechando
los tomates.
Los pibes ayudaban,
tan chiquitos.
ESPERA
Las puertas cambian
cuando empieza
el otoño.
La luz es buena
el sol no recalienta
el aire
hay menos moscas
y el viento amaina
por las tardes.
Todavía Yolanda
no pasa
con su canasto
en la cabeza.
ENSUEÑO
De pronto la vi
a miles de kilómetros
doblada
con las rodillas
en sus pechos
gozada y gozosa
bella e inquieta
a miles de kilómetros
con un pañuelo
en la boca la vi
para que sus padres
no la escucharan
gemir.
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Si te siembran el camino
con flores, agradece.
No preguntes quién
ha obrado el homenaje.
Solo trata de no pisar
la alfombra roja.
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Les dijo: miren lo que cambia y lo que
permanece; lo que se repite y lo que se
desvanece. Luego miren lo que tiene color y lo
deslucido. Observen también lo que se mueve y
lo que está quieto; después lo que se come y lo
que no sirve para alimentarse; finalmente
atiendan a lo que es bello, porque lo bello es
siempre bueno. Y no tienen necesidad de saber
nada más.
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Del después
lo ignoro todo.
De antes
tengo
imprecisos recuerdos.
De ahora
solo puedo
reconocer
la existencia
de este
punto.
Raúl Orlando Artola ( Buenos Aires, Argentina, 1947, viven en Viedma desde 1975)
Fuente:"[Teclados]" , de Raúl O. Artola, Editorial El Suri Porfiado, 2010
Muy buenos!
ResponderBorrarBellísimos los poemas..el último me atravesó el alma.❤🦋
ResponderBorrarBellísimos tus poemas. El último me atravesó el alma.
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