sábado, 27 de junio de 2015

6 POEMAS DE JORGE AULICINO








POESÍA ERES TÚ




ninguna mujer tremolará por tus poemas
escribirás en la sal en vidrio en las
espumas químicas de esta tierra desastrada
y ninguna mujer enloquecerá por tus poemas



                                                                               (del libro La caída de los cuerpos)


VICTORIA LAND




Hacen señas inconfundibles:
se pasan la mano por la garganta.
No olvido: no hay sombras ni humo,
hay hielo donde el barco varado
se hamaca con los vientos polares.
No hay sombra: hay claridad sobre el hielo.

Se pasan la mano por la garganta.
Es inútil: no hablo.
No podría hablar de nada, sólo del barco,
del barco imaginario.
De ninguna otra cosa nada más que del barco.


                                                                               (del libro Hombres en un restaurante)



OJOS QUE VI




Los ojos en las manos
no encuentran respuesta.
Los ojos en la pared con hiedra
no encuentran respuesta.
No hay respuesta en la acción
ni en la contemplación
hay respuesta.
La mirada en la hiedra,
la mirada en las manos,
cuentan.




                                                                                     (del libro Ojos)
TEO




¿Hay dios? La pregunta, formulada
mientras cae una pelota de goma
escalón por escalón hacia la calle,
suena, cierta en tu imaginación.
pertinente.
No sabés por qué formulaste la pregunta
cuando en tu cabeza la pelota de goma
rebotaba de escalón en escalón.
Y mientras probás construir la imagen
de una puerta situada al final de la escalera
-un manchón de luz- tenés la certeza
de que la pregunta se extingue
aunque la pelota no deja de rebotar
y no llega nunca a la puerta.




                                                                                          (del libro Magnificat)


5
(Samurai)




Te pido me perdones, porque he ido y venido
de los cables al paredón, como la mosca,
en una epopeya maniática.
La humanidad que parece un vasto programa
me extravió en sus circuitos repetitivos.
Rindo el sable a tus pies.
Su filo ha podido cortar tu chal en el aire.
Me entrego a tu vastedad.
Y no he podido comprender.




                                                                                  (de La ciudad de los estoicos)





8.3




Nadie transmite un gramo de sabiduría. No hay
un solo gramo de sabiduría en ningún lado.
La revelación, si así debe llamarse,
es estas gotas de agua que vierte la manguera,
el pico roto, o cualquier otro objeto
que no diga nada, nada en absoluto:
el peor aburrimiento, el vacío más rico.

Y cada uno sabrá su cielo verdadero,
y cada uno la ansiedad que lo lleva
al mal.
Ahora parten los barcos.
Allá parten los barcos y ahí no estás vos,
ni Dios.


                                                                             (del libro La línea del coyote)


Jorge Aulicino (Buenos Aires, Argentina, 1949)



Fuente: "Estación Finlandia- Poemas reunidos 1974-2011), Jorge Aulicino, Editorial Bajo La Luna, 2012.

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