Para entonces temblabas
digo la noche extendida
como un vestido luego de la fiesta
las calles y el íntimo reposo
de las cosas
digo tu voz
pequeña
con un pájaro enterrado en sí
dije dios
y el modo en que se delatan las catástrofes
del amor
más que amor
dije
un coro instaurado en torno a un nombre
un infinito en un puño
para decir
"esta es tu medida"
"así te creces en una herida
o una grieta
o un ramaje
en el desvelo donde los cisnes graznan
en un grito
en la incesante ceremonia del agradecimiento"
porque todo contiene su contrario
porque el azul es el color definitivo
entre los días
porque las moscas y la muerte asedian
para entonces temblabas con el tímido corazón
de todos los metales terrestres
y era tu temblor un movimiento
convulso
que se abría y se cerraba
como una flor de pronto enloquecida en la intermitencia de la luz y la sombra.
El gozo y el desgozo
nadie dijo la vida
y ella sucedió del modo en que la molécula
o el átomo
o la energía
o todo eso junto sucede
como un pensamiento que se desprende
de un júbilo anterior al júbilo
anterior a lo que crea el pensamiento
yo no haré otra vida
yo soy vida que nadie ha dicho
pero expulsada del misterio
una copia densa
una tontera de padres poco afectos a la profilaxis
un metal que se va desgastando
contra su memoria
La infinita soledad
a Penélope Carrera
pregunto como si diera
cuchilladas
en la vida
como si hurgara
en mi propia carne
buscando el hueso
¿hubo una vez una música
que no reventara como un globo
o una fruta
contra la cara de mis días?
¿hubo ya
un hombre en mí
que desandara
hasta su niño
y le pidiera perdón
por ser él
-yo mismo
apenas un grito
entre el chirrido de las máquinas
que montan y desmontan
cada día
los escenarios del mundo?
oh amor
el desconsuelo bate sus alas imprecisas
hace frío
hace mucho frío
y no pregunto por el sol
por la fogata donde cantan
y beben
amados inciertos o perdidos
no pregunto por el aire herido por las balas
yo sé que si pudiera
arrastrar la tierra de mí mismo
acabaría en mí
y habrían los mismos paisajes
el mismo caballo dando vueltas
alrededor de su sombra
el mismo niño
azorado por las arañas
y el paso de la muerte
bien sé que me llevo
con la resignación de aquello que se amó
y ha muerto
y permanece
todavía
como un sueño
como un roce furtivo
como una memoria que se reconoce
todavía
oh si las orejas fueran rotatorias
la música se escucharía diferente
seguiríamos el sonido del misterio
ya no como una moneda que resuena hasta silenciarse
ya no como un crujido en la tiniebla
sino como un cántico que nos canta
y que cantamos
al unísono
y acaso
entonces
nos bastara
comprender
que preguntamos por todos los planetas extintos
a lo largo de la infinita soledad
que nos habita
Un mismo tajo
acicalado para el futuro
es decir
con menos dientes
menos cabello
menos días
asumo que casi todo está bien sin grandes alharacas
ni alaridos
así como sume el arroyo en la piedra arrojada
como los granos de sal que mi madre arroja en el agua hirviendo
donde comienza el guisado
y quizás recomenzamos
nosotros mismos
-siete hijos
siete granos de sal en el agua hirviente del tiempo-
así me digo que está bien y no quedo exento
de pretender el talle de la música
de violentar el día como un trueno
algo me toca en los pulmones
y no es el aire
algo en el hígado
en el puño cansado que es mi cuerpo
-todo cuerpo es una mano que se abre y se cierra
pienso en un pájaro arrancándose todas sus plumas
porque ama a la tierra
que somos una canción que los otros cantan
y que deja de cantarse
simplemente
hablo sobre la muerte y la vida
y digo que está bien
pero algo se hunde en mis pulmones
y no es un pájaro
o es un pájaro desnudo y solo
algo me toca en la vidamuerte
y quisiera decir las cosas del modo en que la lluvia
y no dentro de ese tajo en la espalda de todo cuanto amamos
Jotaele Andrade (La Plata, 1974)
Fuente: "Los metales terrestres", Jotaele Andrade, Añosluz Editora, 2015.
Muy buenos
ResponderBorrarExcelentes JL abz Gus.
ResponderBorrarMuy buenos poemas.
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