VII
En el inicio de nuestras manos había otras manos que en silencio nos tocaban. Voces de vivos y muertos que rastreaban su destino. Ojos que buscaban sus párpados para dormir su sueño de la piel. Rostros que descubrían otros rostros ajenos, borrados por el fuego. Dedos que escribían largos capítulos en el libro de la muerte. Te confieso, padre, que en ese lugar habita el poema que nunca escribiremos.
Augusto Rodríguez (Guayaquil, Ecuador, 1979)
Fuente: "La gramática del deseo", Augusto Rodriguez, El Quirófano ediciones, 2015.
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