DORALISA SE LANZÓ
BAJO EL TREN DE LAS 14
Yo sé que tú eres la misma de hace 20 años, Doralisa,
y que nada ha cambiado para ti, para nosotros,
que habías de eternizar tu juventud y mi niñez
en ese día y esa hora —las 14.
Esparcida sobre lucientes rieles te recuerdo, Doralisa,
derramada entre dedales-de-oro en flor
(Fue en primavera ¿no es cierto, Doralisa?)
y qué blanco tu cuerpo, qué blanca, Doralisa,
y tu cabellera negra enrollándose
y desenrollándose al viento entre las yerbas.
Y tu cuerpo, Doralisa,
desperdigado sin orden ni sentido
como si hubieras querido hacer de ti misma un enigma
que nadie pudiera descifrar debidamente.
Ah Doralisa, Doralisa,
eres para mí un recuerdo despedazado
que debo empezar a armar pacientemente
—un ojo junto a otro ojo,
una pierna y la otra juntamente
y tus senos y tus manos y tu cabellera sobre todo
y tus pies desnudos sobre la tierra.
Y yo te armo, Doralisa, compongo tu figura
y me llegas intacta a la memoria.
Y enseguida te desarmo, te deposito en tierra,
te disperso,
porque tú eres un recuerdo que vive en mí, Doralisa,
y que no me pertenece.
VOY AL BAÑO A
MEDIANOCHE
Voy al baño a medianoche
y dos o tres cucarachas huyen a esconderse
Una de ellas se queda a medio camino
y se las arregla, negra y reluciente,
para simular que está escondida
inmóvil en un resquicio
Yo también simulo que no la veo
Y actúo para ella representando mi papel
“No te preocupes (le digo al retirarme). Sé
lo que es ser sorprendido en medio de la noche,
sé lo que es vivir en peligro amenazado siempre por el
poder”.
INSECTARIO
Yo me enamoré una vez de una muchacha maravillosa
y los dos preferíamos los vanos de las puertas,
los rincones más oscuros de los cines,
de las plazas públicas.
Huiamos de la luz como los fantasmas que éramos en realidad
y esperábamos la noche
y apagábamos todas las luces para hacernos el amor.
Yo gustaba de recorrer todo su cuerpo
centímetro a centímetro
como un escarabajo por las habitaciones en tinieblas.
Y ella tenaz y laboriosa como ninguna
tejía y destejía en silencio su tela sobre mis labios.
Un día nos equivocaríamos de grieta
o la luz del día nos ahuyentó en opuestas direcciones
y nos perdimos de vista entre la multitud.
De ese tiempo,
mi sensación de llevar antenas en la frente
y los ojos facetados.
De ese tiempo,
mis pestañas sensibles a la luz del sol
y mi forma de andar
de insecto extraviado entre los hombres.
Yo me enamoré una vez de una muchacha maravillosa
y los dos preferíamos los vanos de las puertas,
los rincones más oscuros de los cines,
de las plazas públicas.
Huiamos de la luz como los fantasmas que éramos en realidad
y esperábamos la noche
y apagábamos todas las luces para hacernos el amor.
Yo gustaba de recorrer todo su cuerpo
centímetro a centímetro
como un escarabajo por las habitaciones en tinieblas.
Y ella tenaz y laboriosa como ninguna
tejía y destejía en silencio su tela sobre mis labios.
Un día nos equivocaríamos de grieta
o la luz del día nos ahuyentó en opuestas direcciones
y nos perdimos de vista entre la multitud.
De ese tiempo,
mi sensación de llevar antenas en la frente
y los ojos facetados.
De ese tiempo,
mis pestañas sensibles a la luz del sol
y mi forma de andar
de insecto extraviado entre los hombres.
TODO ENCAJA EN TODO
ARMONIOSAMENTE
El macho encaja en la hembra y la hembra en el macho
tal como el cuchillo encaja en los labios de la herida
sangrante
y el árbol de corteza arrugada en el paisaje que lo rodea.
Cada palabra encaja como un rompecabezas dentro de lo
conversado
así como una mirada encaja entre otras miradas
o la columna atacante en el espacio del enemigo
que se repliega a duras penas.
El extremo oriental del Brasil encaja en la costa occidental
de África
y el cuerpo del atormentado en el instrumento que lo lacera
la mano del ladrón con su presa.
El vuelo de un pájaro y la caída de un pájaro encajan
y el fusilado en las balas que lo perforan
y el niño en su madre
y una boca que besa en otra boca que devuelve el beso.
La línea quebrada de las montañas encaja en la línea
quebrada
del cielo que hay sobre las montañas.
El río encaja en su cauce
el mar en su lecho cóncavo
y en su cuenca el ojo lloroso y la llave en la cerradura.
Todo encaja con todo
y no parece tarea fácil desligarse de este designio.
Cómo separar al muerto de su ataúd
o la partida del viajero de su regreso.
Todo se relaciona con todo
y hasta el que se esconde en una isla solitaria
encaja como un alfiler en la solapa del olvido.
Cada cosa se disuelve dentro de otra
y hasta "el camino de subida es el mismo camino de
bajada".
Al poema le es dado envolverlo todo,
evidenciar las relaciones que hacen posible
la armonía del caos.
Hernán Miranda Casanova (Chile, 1941)
Fuentes: http://antologiaabsoluta.blogspot.com.ar/2013/01/hernan-miranda-doralisa-se-lanzo-bajo.html
http://laseleccionesafectivaschile.blogspot.com.ar/2008/05/hernn-miranda-casanova.html
No hay comentarios.:
Publicar un comentario
Dejá tu comentario: