miércoles, 3 de abril de 2019

6 POEMAS DE LEONARDO MARTÍNEZ





LOS MUERTOS
eran celebrados
con pompas y plañidos
en salas resplandecientes de candelas y lámparas
Pero las gasas negras
opacaban el color de la fiesta
Sollozos ahogados
o altísimos lamentos
desarticulaban las sordas letanías
de mujeres envueltas en crespones
que al pie del catafalco
susurraban en conjuro
Las flores cargaban de perfume
el aire quieto

Afuera
en la penumbra de las galerías
encuentros fugaces
                               risas
                                       un beso
                                                     una caricia
promesas para el alba próxima









EN AQUELLOS años
la Delicia     la Esmeralda
inventaron trajines
Las alcuzas del aceite y del vinagre
saliéndoles por los ojos
la azucarera de la desesperación
acariciándoles los pechos
la sal caliente de los mediodías
saltándoles entre las piernas
Qué harán
cuando resuciten
la Delicia     la Esmeralda
solitas
sobre tanto escombro







LAS HERMANAS que no tuve
me saludan a veces
Caminan por el sueño
leguas y leguas
hasta un lugar que ellas solas saben
Se detienen al costado de un altar ruinoso
hacen gestos procaces
y musitan palabras al revés
salvo la menor
muy  niña y pudorosa
que mete de vez en cuando
una mano entre sus piernas
y saca una perla
depositándola
en el sagrario polvoriento
Mis hermanas no son buenas ni malas
pero agonizan de mí
y odian






NOVIAS de la fiebre
púberes doncellitas
muchachitos
multitud de primitas
de primitos
compañeros de juegos de dolor
de falsas alegrías que terminaban
en la soledad y el llanto

Los años trizaron afecto
Perduran el olor del nido
la tibia luz que lo envolvía
la táctil promiscuidad
la fiebre








MI TÍA Isadora
se suicidó una noche de enero
al comienzo de las vacaciones
Pudo haber sido en diciembre o marzo
pero fue en enero
cuando los largos paseos a las montañas
nos hacían tan felices
Tragó su vida
y se incriminó en el desfile de los muertos
adheridos al olvido más pedestre
Se fue diciendo
soy la Señora de los escapularios quemados
la doméstica del sagrario de las hostias marchitas
ningún lugar me contienen
desaparezco
sola con mi angustia

Y mi tía Isadora
se pudre en su cama de tierra
fuera del camposanto
por suerte sin la compañía de muertos
que la hubieran agobiado en vida

Las gallinas escarban los hierbajos
y algunos perros orinan
sobre la tumba sin inscripción ni cruz

Perteneció a varias cofradías
a sociedades de bien público
Demasiado hermosa
sus carnes de leche rosada
es seguro
intoxicaron de gozo al amante secreto
¿Adulterio?
¿Un amor deshonroso?
Ciudad de provincia de tribu pequeña
descendíamos señores y siervos del mismo genearca
por lo tanto el incesto era el diario alimento
y la muerte por la mano propia
el estrecho camino de un infierno menor







Hemos caminado al sol por los cercados de la cumbre
Demasiado cielo    Demasiada gloria
Hace calor y fatigados
buscamos el refugio de unos matorrales
Sudorosos nos quitamos camisas y pantalones
Las vacas miran curiosas
como hembras inaccesibles de un olimpo ajeno
mientras los dos desnudos en la hierba
vemos caer el sol y avanzar la noche
Dulce y fluvial el sueño sumerge los cuerpos
en oscuros laberintos
y la hermana muerte nos roza
dejando un olor a siega de hierba tierna
Antes de regresar fumamos un cigarrillo
De la vertiente cercana bebemos agua fría
y nos revolcamos sobre los colchones de toronjil y menta.



Leonardo Martínez (Catamarca, 1937-2016)

Fuente: "Asuntos de familia y otras imposturas", Ediciones Último Reino, 1997

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