martes, 27 de diciembre de 2016

5 POEMAS MÁS DE DANIEL FREIDEMBERG



Mayo


Ahora que fuimos arrojados,
gracias a Dios, del Paraíso,
vemos pasar dos autos (uno
celeste, uno negro), una
                          camioneta roja, una
enorme hoja de diario, arrastrada
                          por un viento real
y, a nuestros pies, un bicho color tabaco
en el instante mismo de entrar en la muerte.
Señor por qué me abandonaste (...) Porque
Yo no existo. Anoche, en medio del
                                         chasquear de la lluvia,
bajos eléctricos y percusión y gritos:
parece una despedida, te dije, de qué.
Como empujado por los aires del mundo, el
                                                         pedazo de diario
cruzó la calle. Ahora, quieto contra una pared,
                                no significa nada. Vemos también
plumas de ave gris, una lata, agua que el aire hace temblar.





Octubre (III)


Le gusta dejarme pensando, le gusta
sacarme de mí  - por un instante:
pequeños triunfos, pequeñas derrotas,
como en las vueltas del amor
donde no está cuando voy a buscarla,
ni estoy cuando la encuentro. Me gusta
decir lo que ya sabe  -  que voy a decir,
como quien prueba hasta dónde llegar
o entra a ser parte de una danza.
Como los cuerpos en el aire, las palabras
se van rondando, se tocan, se apartan, son
nada más, entre los ruidos
de este atardecer, palabras;
nuestras palabras: las vemos
hacerse y girar, nos gusta
quedarnos de pronto callados, mirarlas
posarse lentas al fondo de todo.




Abril (II)


El que escribió en lo alto una estrella, y ve
alta en la noche una estrella, ¿la misma?,
el que pronuncia estrella, el que pregunta
a qué escribir cuando todo está dicho, sabe
que no es verdad o se lo dice para
no enmudecer. Es-tre-lla, esa voz va tocando,
como quien da un paso y otro, las sílabas
¿para que no se apaguen? ¿para que
no se termine un mundo al que cantar?
                                                     ¿Para tocar,
nada más, algo que, al ser tocado, cante?
Estrella escribe estrull escribe esoquesigueahì.




Octubre (IX)


Ese, tu rostro que, en el vidrio
de la ventanilla descansa
contra la noche que ocupó el paisaje,
iluminado (mal) por la luz del vagón
donde el mundo es lo que es, temblando.




Abril (X)


¿Poesía para conmover? Sì, como quien abre
la puerta del ascensor, la de la calle, y sale.
¿Como a las sombras sale
de casa la amada? Como quien
salió, sí, y
                no tiene ya a dónde.
¿Como el que arrojar, dijo, el
cuerpo en la lucha? Como quien
tiene un cuerpo para perder, y
lo sabe, como quien ya perdió
                                      el cuerpo y el alma.
Poesía de un alma que sale a perderse, acá.




Daniel Freidemberg (Resistencia, 1945)

Fuente: "En la resaca", Daniel Freidemberg, Editorial Paradiso, 2007.


lunes, 12 de diciembre de 2016

2 POEMAS DE ALICIA SILVA REY


Cuando las habitaciones fueron desnudadas, 
por encima de todo lo que hubo y lo que fue, 
cubriéndolo, 
hice colocar un paño de terciopelo. Verde.
Porque esa era mi voluntad y porque debía 
concentrarme día y noche, sin pausas, 
en callar, perfeccionando el acallamiento 
hasta completarlo.








Carrington


 La bala en la cajita de plata, italiana o francesa.
Todo era tan hermoso, colores de paloma y lavanda,
                                                                las alfombras,
los árboles afuera, cada pequeño
objeto resplandeciente. Los cubiertos, la fruta embellecen
                                                                              la porcelana
en un jardín en Ashchan. También antes había
fallado en convertir
el deseo, todo
el deseo, en discurso. La cajita de plata hace el silencio
que precede a toda última luz.







Alicia Silva Rey (Quilmes, Buenos Aires, Argentina, 1950)

Fuente: http://el-placard.blogspot.com.ar/2016/02/pieta-alicia-silva-rey.html

            http://unadepoetas.blogspot.com.ar/2012/02/iniciales-alicia-silva-rey-gato-leche.html





2 POEMAS MÁS DE JOTAELE ANDRADE



Ahora que el mundo está lleno de días



no llegues hasta la otra orilla del espejo

no todavía

no encuentro alguna gracia
humana
para que te quedes

no sucede que pueda decirte:

la luz del sol es amable

no tengo ejemplos con qué alentarte
envejezco
y envejeces

ya no cortaré las tiernas hierbas que crecen
en el bozo
joven

ya no soy tu hijo

soy un hombre que lustra sus zapatos en silencio

soy el extraño soñado por quien no sido nunca
el humo que se eleva después del disparo

acaso me pensaras la bala
contra los cristales del mundo

acaso me deseabas
amoroso
blanda materia
agua ante la sed

no
soy mi propio desconcierto blandiendo
una bandera derrotada

y ahora el mundo está lleno de días
de reactores nucleares
de músicas
de ruidos

lleno de fetos
palabras claveteadas
trompetas funerales

oh el mundo está lleno de días
que saltan como peces alrededor de la carnada

el mundo es algo hinchado
una herida infectada

y yo no quiero que te arrojes como un puñado de sal sobre esas aguas

y quizás sospeches que no es por amor
bien sabes
que si raspas el oro
goteará sangre y río envenenado

es sólo andar desorientado en la marea

y este miedo de no recuperar algo
que alguna vez
fue hermoso

y que no ha sido cierto








Veloz la brasa cae en su ceniza


ahora un pálido amor nos agrupa en torno a un leño
que combustionó
de pronto
y del que intentamos guardar la brasa

ah nuestras manos se incrustan en lo inasible

ahora es un instante
sobrepasado
por el cuervo que ha dado su graznido sobre el mundo

solo el pequeño jardín

cae el cielo
devastado

¿es necesario exhibir
hacia el sol de la tragedia
a estas palabras
cavar la tierra y la calumnia
donde se instaura la hierba mala que crece con lo no dicho?

desearíamos guardar de otro modo
este pálido y doliente amor

y no en este cerco donde se debate
como una bestia
aterrada o triste

no escribir en su espalda
con hierros al rojo
un código ya indescifrable
un árbol que corre en la tormenta

acaso el secreto doloroso que compartimos
a lo lardo de genealogías
y días

quisiéramos romper filas
mudos

no mirar la velocidad de esta brasa cayendo en su ceniza



Jotaele Andrade (La Plata, 1974)

Fuente: "La rosa orgiástica", Jotaele Andrade, Añosluz editora 2016.



3 POEMAS MÁS DE VALERIA CERVERO






una escama
de realidad soporta
el peso casi inocente
de cruces, atajos,
superposiciones, desvíos

se impregna
de la humedad de este día
absorbe su calor, su vértigo
su olor a arena rancia

no pide más pretextos
que el de la música que apaña
cada resto de sí

una mínima parte
de dicha o desconsuelo
parece decir
que todavía









¿dónde queda la intensidad
del color que reinventa el ojo
cuando la escasa luz o la distancia no dejan
imagen o trama de lo que era claro?

¿qué define la insistencia de esta voz,
su reparo, su rabia de días opacos?

¿cuál es la luz entre nosotros, ahora,
cuando tantas luces revelan el mundo?









Contenedores apilados definen el viaje de hoy.
Creer en la transparencia de los deseos no logra
sino confundir lo que podría ser nuestro.
Un avión que no despega deja su vuelo
para otras posibles rutas de invierno.
Paisajes que permanecen lejos
siguen llamando al encuentro que haga
la claridad y el calor de lo que no se perdió
y permanece intacto en el centro. Mientras
la ruta real se crea minuto a minuto
con lo que dejamos que sea.






Valeria Cervero (Buenos Aires, 1972)

Fuente: "Sin órbitas", Editorial El ojo de mármol, 2016.




martes, 6 de diciembre de 2016

2 POEMAS MÁS DE MARIANA FINOCHIETTO





1



Cuando
aún
tenía la altura
de una espiga,
vos ya eras
tan alto
como el sol.

Te acercabas
a mí
con retazos
de nube
en la mirada.

Y me subías
a tus hombros
para que aprendiera
cómo es
tocar el cielo.




35


Ésta era la muerte,
entonces.
Este jadeo en pos del aire,
la mano que se estira
en busca de la luz.

Hay cierta belleza
en al afilada línea
que dibuja
la urgencia
en los huesos.
La muerte pule
a los cuerpos
como el mar
a las piedras.

Si se lograra,
por un instante,
despojarse
de la vanidad de la tristeza,
se podría observar
que jamás
esos ojos que se extinguen
tuvieron tanta luz.


Mariana Finochietto (Argentina)

Fuente: "La hija del pescador", Mariana Finochietto, Editorial La Magdalena, 2016.






1 POEMAS MÁS DE CLAUDIA MASIN





LAGARTO


Pero estoy a punto de volver a los días donde me quemaba
al sol, un lagarto comiéndose el calor,
con la boca abierta al cielo y los ojos cerrados, el cuerpo
rugoso y pesado plácidamente sostenido
en la rompiente del verano, justo en el punto
donde alcanza su máximo poder para después empezar
a declinar. Es ahí donde estoy llegando:
al tiempo en que nada había empezado todavía
a marchitarse, cuando entre los yuyos del fondo
crecía una flor salvaje y verla daba miedo y alegría,
porque era espléndida, de una belleza muy diferente
a la de las flores nacidas y criadas en el jardín,
que apuntaban orgullosas hacia el cielo pero eran domésticas,
no sabían de los montes desmesuradamente fértiles
en que los árboles de troncos deformes, los animales hoscos
vivían por el sólo placer de seguir vivos, de respirar el aire
que quedaba a salvo de la polvareda
y la sequía. Estoy empezando a sentir lo que sentí entonces,
el trueno que sacude a las criaturas
amansadas a la fuerza, el silbido en el aire
que precede a la caída de la fusta sobre el lomo, el segundo
en que empieza a cultivarse la posibilidad de la revuelta
que va a ir filtrándose en la médula, en los huesos
como un líquido parecido a una savia espesa esparciéndose
desde el corazón implacable de un árbol
capaz de resistir sin daño el ataque de los haceros.
Estoy llegando al día anterior a que empezara el desorden
y se diseminara el dolor hasta cubrirlo todo,
una ráfaga de humo espeso que entró en el alma
hasta confundirse con ella para siempre. Entonces,
justo entonces, ahí me quedo, en el momento en que supe
que llevará toda la vida encontrar la forma de  vivir
sin someterse ni hacer daño, pero que vale la pena:
ni la mansedumbre ni la violencia pueden
contra ese peso que cae sobre la espalda de todos
cuando termina el ínfimo tiempo
en que está permitido vivir fuera de la ley
según la cual lo enfermo habrá de ser salud
y viceversa. Estoy, por fin, entrando al torrente de la siesta
donde me dormí sin conocer todavía
el soplo de ese mal sobre la frente, sin temerlo.
La niñez es un temporal que pasa rápido,
y rápido hay que seguir la estela que dejó para no perderla.
Si hay algo que está intacto, tendrá que haber quedado ahí
y hay que encontrarlo: el animal
que al llegar la crudeza del invierno se metió en la sombra
después de haber absorbido toda la luz,
esa es la bestia castigada a la que hay que dejar suelta,
para que se cure las heridas sola y sola salga a correr
hasta que pueda abandonar su ferocidad y su miedo
monte adentro.


Claudia Masin (Chaco, Argentina, 1972, reside en Buenos Aires)

Fuente: "La cura", Claudia Masin, Hilos Editora, 2015.


4 POEMAS DE DIEGO L. GARCÍA


frecuencia I
(esa trampa de ver)


a Tato Briones, por la música a Leo Lugo


I


¿Qué vibraba en la falta de lo que no era
exceso / ni soberbia en el tramo incompleto?
sólo preguntas a las preguntas
y la epifanía de un revés
un tono de la noche que no conocíamos
¿qué era aquello que éramos entonces / cuando
la música nos hablaba sin aplausos?





frecuencia II
(interferencia en concierto)



la unión internacional de tele-
comunicaciones lo saluda estimado
contribuyente que ha dejado sobre la mesa
una taza de café recién preparado ha
corrido el colectivo esta mañana
y regado las plantas por la tarde a usted
más que un amigo sí / no cuestione
si "la mesa" que nombro es
algo más que una partícula filtrada
por sus tímpanos o un soplo
del lobo ya cansado en la noche
que ha cazado / una mancha
en la página doscientos dieciséis
que impide leer "me-
sa" acaso u otro término
la misma mesa donde el café reposa
y no lo vemos






"el tiempo duro está acá" decía un blues
durante la gran depresión cuando los discos
eran usados como prótesis para los que quedaban 
la gran depresión está acá / el mundo-acá
la telaraña del mundo nuestra / un estribillo
desgarrado / huyamos de california en un
auto viejo para alistarnos en la trinchera
próxima / sequía a cuyo eco le debemos
nada menos que la receta de los diarios / acá /
estancados a medio camino / felices
de cultivar la arena que nos llega








las noticias sólo vienen en latas de conserva
durante estas crisis / sí los peinados
pueden ser abundantes o las frases
de contrabando / pero los gajos
de verdad que alfombraban esta calle
cuando el sol no valía tanto
ya no se ven / los ha barrido el
buen apellido que atraviesa las paredes
y dice "hemos traído la novedad
convertida en papilla dietética"
y viérase cómo aplauden




Diego L. García (Berazategui, 1983)

Fuente: "Esa trampa de ver", Diego L. García, Añosluz editora, 2016.

1 POEMA MÁS DE CARLOS BARBARITO




Eire


Adivino el pasado y el porvenir de la piedra con solo poner mi mano en ella. Adivino qué sostiene al ave en su vuelo y a tu vientre mientras andas desnuda por la casa. Es, sin duda, una isla. Una porción de tierra en medio del mar donde, sin nacer allí, allí nací y supe de inmediato la química de la acuarela, la física del amor escondido entre las hierbas, la geometría de la tormenta tanto tierra adentro como en la costa. Nada dejo porque todo me llevo, en la espalda. Hay adelante un pez que vuela. Hacia el dominio del fósforo. Hacia el ademán traslúcido, el árbol en llamas, el lejano delfín que en su salto abarca de Alfa a Omega la Filosofía. No soy yo en realidad. Es el fin del carbunclo, el final de la torpeza, la conclusión del diálogo con la sombra, el pronunciamiento del almíbar, la virginidad de la mirada que cae como cae, de golpe, una espada azotada.


Abril, 4, 2016



Carlos Barbarito (Argentina)

Fuente: "Botella al mar 1946-2016 Antología", Botella al mar, 2016.


6 POEMAS DE DANIEL GAYOSO



Huestes

8


Y un pie,
en el festejo,
no dos.


14


Qué paz.
Lástima haber
hablado.





(de La inicial infinita)



La luz sin nombre


2


Bajo esta luz
hay un rito invisible,
más claro aún.



8


Manta de sombra,
sálvame, que hoy he sido
casi feliz.



17


¿De dónde vienes
cuando faltas, así,
llena de brisa?




Sólo púrpura


26


¿Quién me golpea
justo cuando más duele?
¿Quién sabe tanto?


(de Sólo púrpura)



Daniel Gayoso (Buenos Aires, 1957)


Fuente: "La inicial infinita", Daniel Gayoso, Imaginante editorial, 2016.
             "Sólo púrpura", Daniel Gayoso, Imaginante editorial, 2012.


1 POEMA DE MARCELA GALVÁN





No soy más que un instante
sostenido por espejos.
Tu voz la llave hacia el infinito.
Me deshago   fugitiva.
viajo por paisajes velados.
Liviana
   atravieso los muros.

Estoy cerca.
              Las palabras no importan.



Marcela Galván (Buenos Aires)

Fuente: "Naufragar en espirales", Marcela Galván, Imaginante Editorial, 2016.

lunes, 5 de diciembre de 2016

3 POEMAS DE SILVIA BARÓN SUPERVIELLE


entre el intervalo
del relámpago
y la explosión
del trueno

me identifica
el instante









que nadie
me cierre los
párpados

quiero verte
perturbar
la eternidad








devuélveme la
diferencia
entre el sol
y la lluvia
mi vasta soledad
donde podía
correr

devuélveme la
ciudad de la noche
una ventana





Silvia Barón Supervielle (Buenos Aires, 1934, reside en París)