viernes, 12 de mayo de 2017

5 POEMAS DE VÍCTOR REDONDO





V


Debo pensar que la vida continúa
sin hundirme en esos cadáveres
sin besarlos hasta mi muerte
               debo seguir.
Jóvenes: que vuestro canto sea una pólvora incandescente.
Debemos seguir.
Sí, críticos,
esto es una mierda
esto ya no es poesía
es una infartación de mi voz.
Bien, ya sabéis mis límites,
hasta qué punto puedo bañar de eterno
               mis ráfagas mentales
mi espíritu, que vive dentro de mí pero al margen mío,
aún no está encallecido
aún
el pensar es sufrimiento.
He aquí el límite de los sentidos.
Y prefiero esto a cualquier explicación.




HOMENAJES


QUINTO HOMENAJE

                                             a Visconti,
                                 pastor de decadencia.

Una estrella caída de tu boca
un pájaro de alas cosidas por el fuego
habitan mi cerebro.
Sólo yo y a mis espaldas las ruinas,
sin poder comunicar nada,
luces, hechizos, gestos,
imposibilidad de palabras que nombren
una estrella caída de tu boca
un pájaro de fuego con las alas plegadas
sobre el hueco de mi lengua, piedras
en la laguna del recuerdo, horas
girando hacia imposibles milagros,
apariciones solitarias, manos que me dibujan
y no calman dolores abandonados
o declaraciones de amor a las que huyo
por temor al sonido despiadado de la palabra amor
desnuda, sin sombras,
brillando sobre alguna madrugada que busca mis huesos,
y desear no entender nada, decir basta
pero desde arriba de un planeta que ha roto el Orden
y no este cuarto de aire moribundo
donde escucho los pasos de la Eterna que me aguarda,
donde el sueño nombra tristes y lejanas armonías,
ideales antiguos y perfectos que retornan
en cuerpos amados, creando esperanzas absurdas
como si teñirme el pelo pudiera evitar
que ella me reconozca y poder huir
de esa atroz eternidad que veo delante,
milagros imposibles cuando las tumbas se cierran,
para abrirme a todo lo perdido
y aferrarme a mi piel como a un amuleto
y decir a los que me esperan
que aún estoy aquí
aunque ame sólo con mis ojos,
que tienen todo el ardor del último deseo,
que insultan a la que acecha a mis espaldas,
y que no ignoran
que este amor es la primera visión que me regala la muerte.

Cuando el caminos baja entre prados semejantes a tus cabellos
aún busco imágenes que te arranquen de mis sueños.






INTERMEDIO
rituales secretos


UNO


Luchas con lo oscuro
                                  
                                 en el seno de lo oscuro
                                 en una noche que no es tuya-
Destruyes la trama impalpable
para desgarrar el velo de la ilusión.

Pero el Otro renace en forma de canto,
y lo que creías tuyo, la poesía

                                te enfrenta y te destruye.

Y la palabra secreta sigue escondida en lo blanco.




DOS


¿Es necesario abrir la puerta
cuando ya se tiene la certeza de su existencia?

No buscábamos sino la puerta misma.

Pero

       ¿detenerse ahora?          ¿es Terror?          ¿Sabiduría?
¿Preferir la gloría del caído o el silencio del cobarde?
¿Para qué nueva batalla podré servir?

Y después de todo
¿cómo abrir la puerta?                 ¿Hay puerta?

El Otro me mira y contesta: Hay puerta.
Yo lo miro y digo: Hay puerta.

Y la noche se abre como un canto de alas danzando.




TRES



Olvidado del fuego y de los mecanismos, hechizado por herejías de áspera limpieza, y los sonidos, y los posibles encantamientos, y una copa sola y terrible un espasmo insoluble, una locura total en labios del olvido.

Más allá, más, más misterios aún. Hay un volverse a las cosas por primera vez, una visión resucitada, un eco antiguo como la superstición o la muerte -y los sacerdotes del tiempo saldrán de sus cuevas a reinar entre las sombras, a develar el sentido de las palabras.

El Destino, esas letras de oro, manifiesta por la luz los objetos. Pero el nacer es una actividad realizada en al sombra. Lo que existirá mañana hoy existe en lo que es impenetrable. Por eso, una palabra dicha en la noche es más que una palabra. Por eso, las sombras hablan un idioma inconcebible a la razón -el amor saber que enriquece la sangre-.

Hay más misterios. El espejo se ríe de la repetición inútil. Casi un loco es el que escribe en las paredes de la sala de los milagros. La soledad, los poemas...tal vez, tal vez.

       Pero la palabra secreta sigue escondida en lo blanco.




Víctor Redondo (Buenos Aires, 1953)
Fuente: 70 poemas, Víctor Redondo, Hilos Editora, 2014.






7 comentarios:

  1. Redondo es un maestro, no en vano el poeta se llama Víctor, nombre que significa hombre vencedor. Sus altos poemas lo sobrevivirán largamente es este espacio misterioso que es el tiempo.

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  2. Hermosos textos. Gracias por compartirlos. Abrazo, Víctor!

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  3. Tengo y disfruto ese libro!!! hermosa poesía gracias por difundirla

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  4. felicitaciones,para varias y nuevas lecturas. Gracias

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  5. ¡Gracias Víctor! Comparto lo que dicen otros comentarios porque es verdad: varias y nuevas lecturas. Y siempre un nuevo poema: al acecho, la palabra secreta...

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