sábado, 23 de diciembre de 2017

2 POEMAS DE BÁRBARA ALÍ






Dicen que hay que desear
cuando la estrella fugaz
está cayendo

quizás porque
el

espacio

vacío

que deja lo que                                     se va


es lo que más tarde

podría poblarse.







***







Hoy vi manchas blancas
en el centro de tu iris
madre, ¿cuándo
comenzó esa ceguera
cuándo la voluntad
de noche se apoderó
de tu fuerza
y decidiste ser
el pez en el pico
del pájaro?

Un día
una se deja llevar
y a la mañana siguiente
no sabe
quién es.

Una también se vuelve mancha
algo extraño
para sus propias manos.




Bárbara Alí (Buenos Aires, 1984)

Fuente: "La mancha de los días", Bárbara Alí, Editorial Qué diría Victor Hugo?, 2016.

jueves, 14 de diciembre de 2017

3 POEMAS DE DIEGO RAVENNA Y UNA YAPA



De niño tuve miedo



a la oscuridad. Temblaba por algo
que demorado en la materia
hacia la noche en mí. “No estés triste
-decían mis padres- también el día esconde
lo que lo excede”. Con la misma
naturalidad con que la tierra absorbe la lluvia
yo hice de mi cuerpo un pequeño sol.
Aprendí entonces que sólo la imaginación
sostiene lo que jamás estuvo.
Ahora sé, en el desierto el agua
puede ser una mentira. Habría que atravesarlo
como quien no espera nada. Lo que hace falta hay
que imaginarlo.



***




                                                                                                                     A Estefi

Me quedo solo. La tarde está rara y silenciosa.
Profundamente quieto estoy solo. Todo lo que amo
lo que siempre amé está aquí, como si no se hubiera ido: las plantas
creciendo a la luz del sol, animales diminutos en los rincones,
la enredadera que trepa el muro hasta alcanzar la casa del vecino.
Tanto verde hay tanta vida que ya nada se resiste.

Amor, quisieron dejarme sin nada y no pudieron
como una casa abandonada: todo lo frágil me pertenece.



***


Si pudieras ver cómo avanza
cada vez la misma agua entre las piedras,
sabrías que la distancia entre vos y las cosas
se ha clausurado como si la mirada se deslizara
envolviendo uno a uno los objetos.
Tal vez deseabas lo que es idéntico y aviene
en imagen junto a las sombras, o que otros
imaginen en tu lugar lo que el recuerdo
por sí solo no logra sostener. De todos modos,
resulta difícil decir por qué, el impulso
de comprender con el cuerpo lo que se vuelve ajeno.
El miedo es ahora una hermosa nube gris,
que desanda, lo que creíamos perdido.
El viento sopla de nuevo sobre mi cara.
Déjenme, que ahora tenga un hermano
y no solo la certeza de su alejamiento.



Diego Ravenna (Buenos Aires, 1979)



LA YAPA: Prólogo de Agua, de Diego Ravenna, Viajero Insomne, 2015.


EL PODER DELICADO - Por CLAUDIA MASIN


Agua, de Diego Ravenna, tiene una rara cualidad: es un libro exquisito, sutil, delicado, y a la vez potente. ¿De qué depende la potencia en la poesía? ¿Puede algo frágil ser a la vez fuerte? Creo que esta última pregunta es –precisamente– la que este texto sobrevuela constantemente. Lao Tse escribió hace 2500 años, en el Tao Te King, Nada bajo el cielo es más blando y suave que el agua. Pero cuando ataca las cosas duras y resistentes ¡ninguna de ellas pueda superarla! Que lo suave vence a lo resistente y lo blando vence a lo duro ¡es cosa que todo el mundo sabe! Pero que nadie utiliza. El poder de este libro reside en esa paradoja: una escritura suave y mansa como el agua, que es capaz sin embargo de horadar la dura corteza de una materia, la del lenguaje, a veces tan compacta e impenetrable, tan rebelde ante cualquier intento violento de manipularla para darle una forma determinada. Pero hay poetas como Diego Ravenna que abandonan la ambición de moldearla de acuerdo a su deseo, de apropiarse de ella –es decir, todo afán de conquista– y además saben pulsar con su escritura las cuerdas correctas, con suavidad y paciencia, y entonces esa materia indómita cede. “Hoy, me entrego al lento fluir de todo/ cuanto intenta asirse al mundo” dice un poema, en una declaración de principios que el libro sostendrá a través de su ritmo moroso y despojado, indiferente a cualquier cadencia que no sea la suya. Y ese desprendimiento es lo más hermoso de Agua: su entrega honesta y decidida a un tono, a una manera de narrar, a un imaginario que nunca se desbordan, que no necesitan del golpe de efecto para producir una conmoción que perdura en quien lee, precisamente porque no apela a ningún gesto de época, a ningún guiño erudito ni irónico: la escritura de Diego Ravenna es una escritura lírica que no pide disculpas por serlo. Decía Diana Bellessi que el lenguaje lírico es aquel que dice las cosas que nos daría pudor decir en voz alta. O sea, agregaría yo, el lenguaje lírico contiene ese habla desordenada y desobediente de la infancia, que muy pronto debimos abandonar como moneda de cambio para poder acceder a la cultura. La poesía, en su faz lírica, nos devuelve esa irreverencia, nos da el permiso que necesitamos como adultos para hablar de lo que no debemos: fundamentalmente de aquellas emociones que fermentan en lo hondo como géiseres, igual de contenidas que ellos bajo la apariencia de una superficie calma, sospechosamente quieta. Ravenna no adhiere a esa “lírica culposa” que busca en el humor, en la ironía, en la autoparodia una coartada que le permita decir lo que dicen los niños. Y eso le da a su poesía una inocencia que deslumbra. Por inocencia entiendo: capacidad para mirar las cosas que hemos visto mil veces como si fuera nuestro primer encuentro con ellas, para decir lo que necesitamos decir con valentía y prescindencia de la mirada ajena, para preguntarnos sin que lo que importe sea la hipotética respuesta brillante y certera, sino el sencillo, desnudo interrogante que nos quita el sueño desde siempre: ¿Alcanza el deseo/ para alterar el rumbo de las cosas? 

Este libro ronda la experiencia de la pérdida, se pregunta por lo irreversible una y otra vez, y su atmósfera contiene tanto la tristeza por la imposibilidad de recuperar lo ido, como la revelación de que la escritura –si bien está sujeta a ese imposible– tiene, como los chamanes más ancianos de la tribu, un don para sanar, es decir, para tejer una trama de palabras hermosas y ciertas sobre el hueco que ha dejado lo perdido, que no regresará pero que ahora –y esto no es poco– puede ser nombrado, invocado, llorado de un modo que alivie el cuerpo y el alma y ofrezca una forma ínfima e imprescindible de restitución, de reparación. Lo que hace falta hay/ que imaginarlo, escribe el poeta. 

Agua es, sin duda, un libro hermoso. Pero no solo eso: es un libro que nos recuerda que la escritura poética es una de las pocas formas que tenemos de devolverle la dignidad y la belleza al dolor y el sinsentido. Celebro la llegada del primer libro de Diego Ravenna, que empieza, con estos textos, a darle a los demás algo del –raro–­ don que le ha tocado como poeta: una humildad y una sencillez que brillan a través de sus versos como relámpagos límpidos y certeros que iluminan las vidas de los demás por un momento y después dejan su resplandor, inolvidable, para siempre.



miércoles, 13 de diciembre de 2017

2 POEMAS DE GUSTAVO YUSTE





Feliz cumpleaños


Está bien que nos riamos de tu mamá
y de la estampita de San Cayetano
pegada en la ventana de la cocina,
pero tengo que confesar
que vos fuiste uno de mis tres deseos
mientras me cantaban el feliz cumpleaños.





Cada vez más flaca


Mi perra se sienta al lado mío,
ya tiene 15 años
y cada vez la veo más flaca.
Sé que es algo irreversible,
por eso me agacho
para acariciarla un rato largo.

Contenta, acepta mi mano sobre su lomo
y yo, otra vez,
vuelvo a caer en la trampa
de creer que el cariño
puede solucionar algunas cosas.



Gustavo Yuste  (Buenos Aires, 1992)

Fuente: "Las canciones de los boliches", Gustavo Yuste, Editorial Santos Locos, 2017.

2 POEMAS DE RUBÉN RECHES





MORIBUNDO...


Moribundo: antes que vengan a coser tus párpados,
antes que el falso nudo se deshaga en el pañuelo
y que las ondas desaparezcan del agua,
querés repetirte con fuerza -como quien memoriza-
el nombre del lugar en donde estuviste y del que te vas.

Pero ya no lográs saber qué fue esa zona
que vos creías tan imperial y populosa
como el país de nada del que, aún viajando, siempre sos ciudadano.

Ahora que vienen a coser tus párpados
podés correr a gusto por toda la tierra de tu memoria,
pero no te basta eso de terminar qué fue esa luz que te parecía sola e infinita,
qué esas estrellas, ese humo, esas dos manos tuyas,
qué ese acordeón y esa madre.

Ahora te parece posible encerrar a toda aquella variedad en un frasco;
Ahora te parece que podrías ver todos los mares, todos los árboles y las fiestas
con solo mirar una vez a través de un orificio del diámetro de un clavo
practicado en tu tumba.

Pero igual querés gritar de una vez el nombre de la gota de la que empezás a caer,
por un desafío parecido al que hincha las venas
del hombre de nuez y de brazos desnudos,
de pie en ese arrabal de esferas,
que vocifera y vence a los otros con palabras,
pero no podés, no podés, moribundo.

Incluso ahora que estés muerto, cuando vuelvas
a tu larga costumbre de no ser nada,
en el instante luego del último punto dado a tus párpados,
recordarás, sí, cada uno de tus milenios idos
y tendrás la exacta clarividencia de todo tu inagotable porvenir,
pero este episodio ínfimo de luz aun del pasado se borrará.

Y no vas a gritar el nombre de la pintada selva
que -última lágrima o fruta inmensas- todavía pende de tus párpados,
ni te erguirás para el rasguño inesperado al cielo,
en tanto que lo que no sabés nombrar se arranca pausadamente de vos,
desprende de toda tu piel un ala,
y ya no temés que la mariposa esté naciendo,
y a ni la querés nombrar,
ya no sabés, no sabés qué dejás, qué se te va, moribundo.




MAMÁ ME ESTÁ PEINANDO

                                                             A la memoria de mi madre,
                                                             Jane Szichman de Reches


mamá me está peinando vienen horas felices
nos íbamos de compras a tiendas Gath y Chávez
mamá está preparada corra a buscar las llaves
qué poco la recuerdo sin sus cabellos grises

no avisa el peluquero me encaja en la sillita
así lo desplumaban al pollo en la feria
en la foto aparezco rapado cara seria
ojos entrecerrados zapatos con tirita

me decían que duerma que las brujas no estaban
que todas se volaron esa noche a la luna
en la pieza la cama está cerca de la cuna
mi papá se trepaba sobre mamá luchaban

hoy es mi cumpleaños hacen ronda los tíos
el que murió demente la que murió sin pechos
el murió en la cárcel con los dedos deshechos
dan vueltas baten palmas danzan ritmos judíos

una nena jugamos es ella la invitada
tomá los cubos blancos y prestale los rojos
se abrían y cerraban como puertas sus ojos
su boca era un pianito de madera rosada

muevo la bicicleta se me cae me hiero
empieza a salir sangre de mis rodillas frías
no hay manos que no sean más grandes que las mías
no quiero que me toquen que me curen no quiero

espacio donde hay nidos y donde hay acordeones
luz y luz y mi hermano que es el rey de los vientos
nada hará que mi padre no me cuente sus cuentos
nada hará que mi madre no me cante canciones



Rubén Reches (Buenos Aires, 1949)


Fuente: "Poesía reunida", Rubén Reches, Editorial Ruinas Circulares, 2012,

2 POEMAS DE LEOPOLDO CASTILLA



 Proporción


Codicias
la reliquia de la noche.
cuando piensas qué lejos está Venus
un golpe de cristal
te llena de de amaneceres.
Y alumbras,

                    con su luz alumbras,
como si fueran los dos

                                    lazarillos ciegos.


La proporción
falsifica las distancias:
no hay lejanía
que no lleves dentro.


Igual que la doble copa
del reloj de arena:
un mismo cuenco
                            separado
                            por la sensación del tiempo.


Todos los espacios

                               bajan en la nieve


y cien rayos sostienen un colibrí.
                                   

No creas en magnitudes:

                                         por tu ojo
                                                    mira
                                                             Venus.






Principio de incertidumbre


Por el Principio de Incertidumbre
es imposible determinar
a la vez
la posición y la velocidad de un objeto.


Un paradigma dudoso.
Así como el colibrí en vuelo
a cada instante
                        pierde un colibrí,
en un mismo acto
se elimina lo que aparece.


Somos
de segundo en segundo
un relámpago
y después otro
y ese espacio no vuelve.


Una sucesión de invisibles.


Vamos detrás de nuestra semejanza
tocándola apenas,
                               
                              como la nieve.

La unidad y el trayecto son ilusorios.

El principio sería acertado
si no hubieran medido

                                     la ausencia de los cuerpos.




Leopoldo Castilla (Salta, Argentina)

Fuente: "Poesón", Leopoldo Castilla, Editorial El Suri Porfiado, 2016.




lunes, 11 de diciembre de 2017

3 POEMAS DE LIDIA ROCHA






y no


allí donde no estoy,
la espuma salada, sucia
de animales marinos
en silencioso repliegue

donde no estoy ahora
un árbol azul
dátiles
un caballo a su sombra
una voz que se da
manos llenas de frutas
la boca roja
y el fuego

donde yo no estoy
los pensamientos se hamacan
sin hacer pie
y el olor a canela los ahoga

y no
siquiera el hueco de una forma
adónde transmigrarme.




Primavera invierno verano otoño y otra vez primavera*


un perrito descansa
a mi costado

no había sentido ternura semejante

su corazón pequeño
late más rápido
que el mío

cuántas criaturas que no he podido amar
me hablan
no duermo

sin embargo sus ojos
sin distancia

ilimitadamente
entre mis brazos
una forma de amor
desconocida


______________
* película de Kim Ki-duk




Los que no tenemos hijos


también fuimos invitados a la fiesta

pero no firmamos el libro de visitas
y la despedida fue más leve


Igual

dimos una vuelta entera a la pista de baile

y nuestra memoria   como otras
fue   más o menos efímera




Lidia Rocha (Trenque Lauquen, Provincia de Buenos Aires)

Fuente: "Así la vida de nuestra primavera", Lidia Rocha, Ediciones La mariposa y a iguana, 2016.

3 POEMAS DE SILVIA RODRÍGUEZ ARES





perlas


1


en el fondo de la casa de mi madre
crecen perlas

y violines
que en la tarde mueren

nunca vi la luz
ningún sonido

sólo un corazón de niña
dando de comer a las palomas




2


me incomoda este disfraz

había otros aun peores
en el suelo

tendría que salir a la vereda
y mostrarme así

la piel el pelo el sexo
débil de una flor

y juro que lo hago

como quien despide a un muerto




3


llévense las ramas
los pájaros las flores el amor
y dejen
que comience la niebla




Silvia Rodríguez Ares (Buenos Aires, Argentina)

Fuente: "Mujeres que se van", Silvia Rodríguez Ares, Editorial El ojo del mármol, 2017.


7 POEMAS DE ALFREDO LUNA





duerme en la sed del mundo


la memoria es implacable

de un lado a otro de mis ojos
los cardones brincan en la luna y juntan agua
porque hay un río que la desea

la luz se rompe

el viento llora salmos en la noche
para matar la pobreza
matarla y que vuelva al cielo

lejos están el amanecer de amapolas
y zorzales estremecidos
más lejos aún
el niño que las piedras vieron morir aquella vez

un dios torpe quiere renegar de mí
y no puede.

(de "Testigo Infiel")



I


hay que saber desgarrarse
con una antorcha ciega en la mano

hay que demoler las puertas del laberinto
y este amasijo de palabras

para que aparezca el poema
hay que entregarse

es inútil perseguir el rastro de un destello.



II


en la impiadosa tarja inmolarse
y dar el golpe mágico en la avidez de la palabra

ser el pétalo y la espina hasta la última sangre

hasta deformar las piedras
ser el vendabal y la suavidad del beso

algunas veces
en la escritura reside la desdicha.



III


socaba el aire y busca en tu corazón
lo mismo que en las palabras

si no quema 
el verso es inútil

será vana cosecha y bruma y rocío.



V


beberás todo el plasma de la noche
para que sea posible hundirse
en la carne luminosa de la palabra

desbordarás el duelo
y tendrás que ser la lluvia

y decirlo.



(de "Testigo infiel")


como esparcidos, las palabras retumban en el sueño



una gota de mar zozobra en mi boca;
un faro de sombras y un estampido de luz.

la muerte tiene hambre y salto a la intemperie
donde el miedo me protege.


(de "Vigilia hereje")



reflejos de lo fugaz



tan endeble,
tan desamparada dentro de mí,
Dios quiere desandar sus penas
y se vuelve insoportable




Alfredo Luna (San Fernando del Valle de Catamarca, 1953. Reside en Buenos Aires)

Fuente: "Testigo infiel", Alfredo Luna, Ediciones en Danza, 2015
              "Vigilia hereje", Alfredo Luna, Ediciones Último Reino, 2012.


domingo, 10 de diciembre de 2017

3 POEMAS DE GABRIELA YOCCO Y UNA YAPA


mi madre me enseñó a llorar con una frazada entre los dientes
decía que en el silencio estaba la profunda virtud del llanto
su sublime esplendor
decía que en el silencio
el dolor alcanzaba el pudor de la pureza



***



hospicio



nunca supe yo de qué manera decir su mano contra el viento de la tarde
o decir ya no veré a mi hija crecer / me llevan a un lugar 
de puertas cerradas como la noche o como
las mandíbulas terribles de algún dios 

nunca pude decir cuerpo pequeño tu adolescencia ninfa cayendo
catorce pisos cayendo desde la nada de tu desesperación 
ibas así 
callada y de color rosa por el parque tan callada vos
tan temblor de todos los infiernos  / él dijo que no , que no quería
ser el padre de la mirada perdida 
del diagnóstico fatal / prefiero ser nada dijo en su rigor mortis previo
prefiero ser nada 

y el tren supo y supo la altura de los cuerpos
ambos desmadejados en su caer sobre sí 
ser la madeja deshecha / la palabra de la razón para siempre rota
entre sus huesos 

supo el cuerpo ser ese montón de maquinaria perfecta
absolutamente rota sobre su conciencia 

mientras el mundo
iba
conquistando una luz desde la noche

y no se podía creer que pudiera haber un sol después
que desde sus muertes aún pudiera haber el sol
sobre sus huesos en las vías / en la calle
no se podía creer
que siquiera pudiera existir 
el sol




***




a Santiago Maldonado

debería llover toda la lluvia ahora
llover sobre el campo / sobre las montañas
llover y llover
que el cielo se cubra de un negro mortuorio
que parezca un sudario el cielo
que su azul mentira se olvide por días y por días
que se lave el mar
que la tierra desbarate sus terrones


debería llover hasta gastarse la lluvia
hasta que nos queden pálidos los huesos
hasta que se camufle el llanto para siempre

debería llover y llover

que los pájaros aprendan la urgencia del nado
que los peces no distingan océano de nube
que la lluvia en su lloverse pierda el sentido de  caer
que flote la lluvia

que confunda los ríos
que atragante alcantarillas
que hunda todo / todo lo devore
y después
cuando el mundo esté limpio de ceniza / polvo / asesinos
y otras miserias  geográficas
después
que vuelva él

y diga madre no te apenes / encontré refugio del agua y otras bestias
ni la lluvia ni ellos
me han tocado



Gabriela Yocco  (Córdoba, 1968. Reside en Buenos Aires)






LA YAPA: Teresa Parodi lee a Gabriela Yocco


(El video es cortesía de Paula Novoa que lo acercó a mi muro de facebook)

2 POEMAS DE RICARDO RUIZ






del hueso
a la dulzura del hueso
a la música de la dulzura
del hueso que no oímos
dos orillas ha
y un puente
que nos separa
que nos une
al rito del olvido
a la memoria
del grito de la dulzura
de la música del hueso
que como perros oímos
dos lugares ha
y un camino
que nos separa
que nos une
al hueso de la memoria
de la música del hueso
que oímos como perros




***





mira
sus pies
volar
y no espera
de vo
alguna
mirada
que vigile su caída
del vacío al vacío
solo un cuerpo
el eco de un amor
colgado
en propia sombra
o raíz del sueño

¿rota la cabeza de pensar
sin poder verse?
¿a jornal de nuestra pena
darse de comer¿
¿cuidar de nos?

así
solo
sin poder verse
en su caída
mira su cuerpo
volar
del eco de su voz
al vacío del sueño
de su amor
raíz de nos
darse de comer
su sombra
en propia pena
cuelga del vacío
sus pies
y no espera




Ricardo Ruiz (Buenos Aires, 1953)

Fuente: "Huesos de otros vientos", Ricardo Ruiz, Ediciones en Danza, 2015.

3 POEMAS DE FLAVIA SOLDANO DEHEZA






puesto que nacen espina
luchan por devorar el viento

malditos los peces de la tierra
malditos los huesos en penumbra





***



"y a la reunión de las agua llamó mares y vio que era bueno"
Génesis 1:6


a la reunión de tierras llamó pampa y vio que era bueno
reunión pampas y mares
lo llamó ciénaga

y hachó la tierra del mar   la luz de las tinieblas
el cielo del aire   el agua del río hachó
el ojo del barro    el soplo del cuerpo
la lluvia del cauce   el hilo del hueso

vio que era bueno
y hachó





***



hablando de chacales
me olvidé de las ánimas
qué torpe

y el agua?
se fue con los muertos

por lo tanto
no insistan los llenos de hambre
la fuga del agua vació la tierra
buitres cuervos lazarillos
se arrancan los pichos

no hay exilio en el desierto

por lo tanto 
quedan ciegos
los verracos sin cabeza
la puerca se las rompe
porque es madre
porque es cerda

adónde iremos chacales
si los muertos se abrazan a las manos de la muerte


Flavia Soldano Deheza (Buenos Aires)

Fuente: "Pampa Stalingrado", Flavia Soldano Deheza, Ediciones Lamás Médula 2017.





domingo, 3 de diciembre de 2017

2 POEMAS DE JULIETA LOPÉRGOLO



¿Y si es el sol caído entre las hojas
lo que consiente ese perfume innumerable, 
como de alas?
Sólo las picanillas florecidas
por única vez
cubren los cuerpos de los árboles
de una leve memoria.
El tiempo no vuela en la isla.
Repta para adherirse a lo que toca
y toca con el puño lo que arrastra.
La paz se hace con lo que oculta y trepa
y las flores sin nombre.
Sugiere el sol que el agua se redima 
o se resuma
antes de que la tarde espere con su gracia
la caricia completa de la noche.




***



Montada en el pelo del río
considero
pescar
-no lo que sube-
lo que cae.






Julieta Lopérgolo (Argentina, 1973)

Fuentes: https://www.facebook.com/pg/metopoesias/posts/?ref=page_internal 
              https://www.facebook.com/metopoesias/photos/pb.394347890679646.-2207520000.1499040959./1353239204790505/?type=3&theater


miércoles, 29 de noviembre de 2017

2 POEMAS DE PATRICIA VERÓN




EL PERRO


la orfandad acepta sentarse a dialogar
entre los dos y sonríe
cuando la niña lo acaricia


(de "Emilia")





3.

El cuchillo
adquiere la forma
de su víctima

la mano que lo empuña
dónde está?






Patricia Verón (San Justo, 1965)


Fuente: "Emilia", Patricia Verón, Editorial Arbolanimal, 2014.
             http://emmagunst.blogspot.com.ar/2015/08/patricia-veron-4-poemas-4-1.html

martes, 28 de noviembre de 2017

1 POEMA MÁS DE ELEONORA REQUENA


MANDADO


Se me dijo bébete la risa      drágate serena en tu butaca      sin levantar la voz  arrúllate    
mora como un vaso que recibe      deja abierta esa puerta      ella es calladita    
no te palpes    
mójate en el agua tibia      sin vacilación      no te demores      sal de ahí      cúbrete 
la piel mojada      y  siempre asiente
casi obedecí      pues vivo





Eleonora Requena (Caracas, 1968)

Fuente: http://www.poemaspoetas.com/eleonora-requena/mandado

lunes, 27 de noviembre de 2017

3 POEMAS DE FLOR CODAGNONE



¿Me decís el nombre de lo que nos une?
O si hay nombre
si los fantasmas se hacen cuerpo
o si el daño es hoy
“Mentime”, digo. Y caés
a centellear: No-puedo-mudar-de-piel.



*


Se están borrando las cicatrices
que me recuerdan que falta algo, mejor,
que hay algo enlazado, anudado
en el interior de mí.


*



No sé si lo soñé.
Hablabas dormido,
decías
cosas que apenas escuchaba,
pero entendía.
Era la noche del día
en que me desnudé
por primera vez.
¿Te acordás?
Bajaste el cierre falso
de la primavera
y quedé frente a vos
con un cuerpo
que todavía no era mío.



Flor Codagnone (Buenos Aires, 1982)




Fuentes: http://emmagunst.blogspot.com.ar/2015/03/flor-codagnone-8-poemas-8-de-mudas.html
               http://www.indiehoy.com/libros/mudas-de-flor-codagnone/

viernes, 24 de noviembre de 2017

3 POEMAS DE FLOR DEFELIPPE Y UNA YAPA


El terreno baldío
                       
Nunca supe cómo cruzar el terreno baldío
ni atravesar en skate las calles de tierra
ni hacer chistes visionarios y precisos
pero me trepaba a los árboles
y a los postes de luz
con la habilidad de un chimpancé.
Podía ver entonces la proyección diminuta de:

la casa los primos el lomo de un perro

el viento allá arriba era otro y el silencio
me pertenecía como
pocas cosas pueden pertenecer en la vida.

Después estaba el vértigo, y ese mareo de hamacas
cuando se arrojan las piernas
como serpentinas al cielo
en un primer instinto de supervivencia.





La vida tranquila


Poco llega de las fotos o su brillo real
sobre la mesa desprolijas parecen
parte de otro mundo, otra familia desprevenida
arrugando las caras por el sol.
Completamos de memoria algunos hechos
sin saber si fueron ciertos o nos inventamos esos años
cuando corríamos al mar, los padres en la orilla
gritando que no: la familia atada al cuello
como un tirón de cuerda ante el  impulso de un cachorro
la voz, un látigo, un vuelo de pájaro
que pierde fuerza poco antes de llegar.
 Corremos con los pies hundidos, dejamos huellas del tamaño
 de una cucharada en la arena, respondemos
al efecto de la tracción, mientras manos dóciles
nos alimentan, nos abrigan, desenredan
las hebras gruesas de pelo mojado, con silencio y paciencia
entre toallas secas. Pienso en cómo haré
para regresar a la calma
propia del nido, cómo haré con esta furia
que viene desde el mar:
sería separar a dos amantes
que eligieron mal el tiempo de su amor.
Mientras tanto los padres están ahí
en la parte tibia de la foto
se resguardan en la casa, los hijos, la vida tranquila
dejan al curso de las cosas hacer
lo que tiene que hacer
sin preguntarse quiénes eran ellos antes
de conformar esta unidad
antes de ser los padres, quiénes eran
a qué otra cosa quisieron con el fervor
de lo que no se puede abandonar.




Un mecanismo de supervivencia

Una banda narco cayó hoy: escondía cocaína
en ositos de peluche, ahora destrozados
sobre una mesa, el algodón saliendo a borbotones
de la cabeza arrancada del animal y los ojos,
dos caramelos negros y duros
brillando en la oscuridad.
Al costado, la pared y la luz fluorescente, las espaldas
desnudas de los narcos, cubierta la cabeza
con su propia ropa, como si no fuera
humana sino de vaca o de león cansado. Afuera de la casa
la mañana permanece y es la hora en la que todo
está por suceder. Vivo al lado de una escuela
parecida a la escuela a la que fui y parecida
a la que irán mis hijas y mis hijos y los hijos
y las hijas de mis hijos y mis hijas. Mi cuerpo
ya muestra la señal del descontento
que habita en todos los cuerpos: las manos
algo ásperas, los brazos cansados
las comisuras y sus líneas suaves:
un camino trazado sobre el que ya
no es posible regresar y las cosas
que simplemente abandoné y dejaron
de ser mías para siempre. Un tender, el balde,
las macetas vacías y apiladas
desde el principio de los tiempos, van
tomando forma, fijando
un mecanismo de supervivencia.
No sucede mucho más: anuncian un decreto, picadas
mortales, cada vez más parejas se separan
entre los 35 y los 40, una edad que tendré
en poco tiempo y aún así nada puede retrasar el lunes,
las hojas barridas prolijamente a un costado de la calle, el sol que roza
un fragmento de pared y forma un cuadrado blanco
que se vuelve claro, cada vez
más claro hasta borrarse por completo.


Flor Defelippe (Buenos Aires, 1982)



UNA YAPA: Dos poemas en la voz de Flor Defelippe



jueves, 23 de noviembre de 2017

4 POEMAS DE LAURA LÓPEZ MORALES


BÚSQUEDA


Un poema
me desnuda
y no soy más
que esa desnudez
cuando digo piedra.
Y no vengo
de otro lugar
que no sea el deseo
del agua
cuando digo río.




*



respirar donde antes hubo un bosque
te deja sin aliento

aprendí a caminar
entre los tocones talados
por eso pierdo el equilibrio
deambulo
porque no sé esquivar
lo que antes estuvo ahí
y ocupó un lugar
y tuvo un nombre

dijiste o insinuaste
que hay una voluntad en la ausencia
que tuviera cuidado
que de tanta frondosidad
podrías perderme de vista


*



Mi madre
toda ella se fue del guadal un día

de la escasez dice

para que yo
con idéntica escasez

viva entre los árboles.



*


Anotan los días del agua
y los días del trueno
pero no ven los caballos
en las laderas del sur

cuando la noche entra en los corrales
de nada sirve contar las faltas

las desperdigadas minucias

todo está aquí

junto al caliente asedio del miedo.



Laura López Morales (Córdoba, 1976)





Fuentes:

http://emmagunst.blogspot.com.ar/2013/04/laura-lopez-morales-3-poemas-3.html

http://www.opcitpoesia.com/?tag=laura-lopez-morales

http://poetasaltuntun.blogspot.com.ar/2015/11/laura-lopez-morales.html

https://campodemaniobras.blogspot.com.ar/2015/11/laura-lopez-morales-dos-poemas.html