lunes, 8 de abril de 2019

1 POEMA MÁS DE IRENE GRUSS

 MOVIMIENTO

Una mujer sola frente al mar
es más majestuosa que él.
Puede pasar una gaviota
augurando la muerte
o puede caer el sol humedeciendo
las lonas de las carpas
hasta apagarlas,
pero una mujer
frente al mar
mece su soledad como una dueña
y no se estremece.
La luz
del mar tiene la importancia
y el movimiento de su ánimo, de su alma.
El viento suena alrededor
de la mujer
y la despierta:
ahora se trata de la playa sin luz, una mujer,
el sol caído, el sonido del mar,
carpas levantadas,
el viento que lo da vuelta todo.


Irene Gruss (Buenos Aires, Argentina, 1950-2018)



miércoles, 3 de abril de 2019

6 POEMAS DE LEONARDO MARTÍNEZ





LOS MUERTOS
eran celebrados
con pompas y plañidos
en salas resplandecientes de candelas y lámparas
Pero las gasas negras
opacaban el color de la fiesta
Sollozos ahogados
o altísimos lamentos
desarticulaban las sordas letanías
de mujeres envueltas en crespones
que al pie del catafalco
susurraban en conjuro
Las flores cargaban de perfume
el aire quieto

Afuera
en la penumbra de las galerías
encuentros fugaces
                               risas
                                       un beso
                                                     una caricia
promesas para el alba próxima









EN AQUELLOS años
la Delicia     la Esmeralda
inventaron trajines
Las alcuzas del aceite y del vinagre
saliéndoles por los ojos
la azucarera de la desesperación
acariciándoles los pechos
la sal caliente de los mediodías
saltándoles entre las piernas
Qué harán
cuando resuciten
la Delicia     la Esmeralda
solitas
sobre tanto escombro







LAS HERMANAS que no tuve
me saludan a veces
Caminan por el sueño
leguas y leguas
hasta un lugar que ellas solas saben
Se detienen al costado de un altar ruinoso
hacen gestos procaces
y musitan palabras al revés
salvo la menor
muy  niña y pudorosa
que mete de vez en cuando
una mano entre sus piernas
y saca una perla
depositándola
en el sagrario polvoriento
Mis hermanas no son buenas ni malas
pero agonizan de mí
y odian






NOVIAS de la fiebre
púberes doncellitas
muchachitos
multitud de primitas
de primitos
compañeros de juegos de dolor
de falsas alegrías que terminaban
en la soledad y el llanto

Los años trizaron afecto
Perduran el olor del nido
la tibia luz que lo envolvía
la táctil promiscuidad
la fiebre








MI TÍA Isadora
se suicidó una noche de enero
al comienzo de las vacaciones
Pudo haber sido en diciembre o marzo
pero fue en enero
cuando los largos paseos a las montañas
nos hacían tan felices
Tragó su vida
y se incriminó en el desfile de los muertos
adheridos al olvido más pedestre
Se fue diciendo
soy la Señora de los escapularios quemados
la doméstica del sagrario de las hostias marchitas
ningún lugar me contienen
desaparezco
sola con mi angustia

Y mi tía Isadora
se pudre en su cama de tierra
fuera del camposanto
por suerte sin la compañía de muertos
que la hubieran agobiado en vida

Las gallinas escarban los hierbajos
y algunos perros orinan
sobre la tumba sin inscripción ni cruz

Perteneció a varias cofradías
a sociedades de bien público
Demasiado hermosa
sus carnes de leche rosada
es seguro
intoxicaron de gozo al amante secreto
¿Adulterio?
¿Un amor deshonroso?
Ciudad de provincia de tribu pequeña
descendíamos señores y siervos del mismo genearca
por lo tanto el incesto era el diario alimento
y la muerte por la mano propia
el estrecho camino de un infierno menor







Hemos caminado al sol por los cercados de la cumbre
Demasiado cielo    Demasiada gloria
Hace calor y fatigados
buscamos el refugio de unos matorrales
Sudorosos nos quitamos camisas y pantalones
Las vacas miran curiosas
como hembras inaccesibles de un olimpo ajeno
mientras los dos desnudos en la hierba
vemos caer el sol y avanzar la noche
Dulce y fluvial el sueño sumerge los cuerpos
en oscuros laberintos
y la hermana muerte nos roza
dejando un olor a siega de hierba tierna
Antes de regresar fumamos un cigarrillo
De la vertiente cercana bebemos agua fría
y nos revolcamos sobre los colchones de toronjil y menta.



Leonardo Martínez (Catamarca, 1937-2016)

Fuente: "Asuntos de familia y otras imposturas", Ediciones Último Reino, 1997

8 POEMAS MÁS DE LAURA LÓPEZ MORALES




y usted de dónde es
de La Médula
y eso dónde queda
aquí nomás
hacia el oeste
a mitad de camino








me pregunto si la gente
sigue saludando así
con el brazo levantado y quieto
hasta que uno se perdía
en una distancia diminuta
ajena
entonces se veía la tarde en los corrales
contar los silencios
levantarlos
separarlos de la majada
darles un nombre

los silencios tenían nombre
en el corral de palos

el guadal
crecía enarbolado en el poniente
desdibujando la superficie de las cosas












aquí la intemperie es este espinal
esta greda partida y reseca
los horcones de sostener los días y los hijos
el corral de palos
el desmonte
aquí la intemperie
trenza el lazo alrededor del cuello
lo ciñe sobre el espejito de peinarse
sobre el fuentón
que junta la sangre del cabrito muerto
en el brasero
incandescente en los despojos
y las gallinas desbandadas
que vuelven por su árbol
de dormir la noche











mi madre
toda ella se fue del guadal un día

de la escasez dice

para que yo
con idéntica escasez
viva entre los árboles









lo primero en bajar del árbol
son las gallinas
después baja el recuerdo
de haberlas visto subir











temo del poder de los deseos
de mirarte mucho
y de encontrarte en medio de lo cotidiano
cuando no pensaba
cuando no sabía que las piedras rotas
quebradas por el peso de todo
no vuelven a unirse igual
dejando esta fisura
que a veces habitan
las arañas cangrejo









la sachaguasca trepa
enlaza deseos
teje pájaros
de las últimas ramas vuelve
siempre sobre sí misma
fue así
que nos acostumbramos
a nombrarnos en secreto
a no dar testimonio









también sobre ellas
como por volcanes dormidos
las hormigas

una concatenación de pequeñísimos instantes
estallidos controlados
cambios en la tensión del aire
insistencia en los pájaros

aún así Ana
es dispar y bello este camino
que se lleva las flores




Laura López Morales (Villa Dolores, Córdoba, 1976)

Fuente: La Médula, Laura López Morales, Borde Perdido Editora, 2016.