jueves, 2 de julio de 2015

3 CARTAS DE NOELIA PALMA







ALGUNAS CARTAS PARA GABRIEL




18 de noviembre 2013   

Querido, ahora y acá y el cigarrillo y yo sola fumando y el humo batiendo sombras, hay que respirar. El agua del vaso está caliente. Bebo igual. Dijiste caballo de nieve o mujercita tierna, como sea, el humo aquí, no vaya a ser que agonice por cosas insustanciales. Alguna vez moriré de tanto fantasma ahorcado aleteando mientras aspiro.
Sobra mi ausencia en esta carta.
Están mis dos tetitas lácteas esperando que seas hijo. Pero qué es un cuerpo.
A veces digo que la materia se llena como agua de estanque, esa mugre donde aprendí a revolver para buscar una perla.
Estiré las manos hasta el fondo, me sumergí  donde empieza el error.
Yo no sé, Querido, a quién debo reclamar estar nacida, esta sangre hirviendo para nada, para nunca.
Siempre.



19 de noviembre de 2013

Quisiera escribirte poemas terribles como las escritoras terribles. Esa terriblura honda que veo agonizar en mi ventana. Yo no estoy loca, pero ahora pienso en la muerte. ¿Te acordás cuando me tocó la pierna con una rueda enorme y casi me llevó arrastrada? La gente la detuvo con los dedos y nobleza. Quisieron salvarme. Detuvieron la muerte con los dedos, claro, a ellos no les faltan las uñas de un pie ni se les pone rabioso o violeta con la humedad. Así que aprendí a caminar de nuevo y sin muletas, pidiendo permiso entre las tumbas que segregan noche y día una sustancia desesperada.
A veces pienso que la muerte es como tu voz. La va arrancando de a pedazos y la esparce. Yo estiro los dedos casi queriendo limpiar esa mentira. La muerte es una mentira.
Ahora vos vas a venir a decir que nada, ninguna mierda se guardará tu voz en los bolsillos. Sí, yo sé que vendrás. Voy a llamar porque quizás estés herido y yo tenga que curarte, o alguna excusa. Esa nieve de enfermar, por ejemplo.
En tu país la nieve es nieve y acá el sol se come con una mermelada asquerosa y pan cada mañana.
Y siempre el trabajo y las obligaciones, Querido, ese distraernos la realidad. No observar el desamparo. No pensar en el silencio. No escribir poemas por si quedamos con el hueco escrito en braille. No decir cosas amorosas (porque las cosas amorosas son un número concreto de pelotudeces, o un juego y los niños se aburren jugando siempre a lo mismo). No fumar porque hace mal (claro, si es que leer a Chantal Maillard no lastima, ¿no?).  Ser saludables, saludar al vecino, la amabilidad. Y al carajo. Yo fumo, leo a la Maillard, observo el desamparo, anido mis huecos como si un perro destartalado lo habitara, y escribo poemas que no saben ser terribles porque para eso: tu belleza, y cómo decirla. Cómo se dice la belleza cuando vas caminando por la calle y de pronto recordás el juego de niños mezclándose a tu voz, cómo decirla si el ahogo y zás de súbito esa muerte.
Pero entonces no estoy desamparada, esa muerte puta me está abrazando.




20 de noviembre de 2013

Decir tu nombre. Esa rojura de abrir la boca bestialmente. Lo ridículo de saberse abrumada y que no importe. Pronunciar como si un golpe de felicidad pudiera asustarme y salir corriendo a refugiarme en vos.
Esperar. Esperar. Estoy esperando que suene esa debilidad encarnada.
O a caballo: el galope del sonido. Ir al mercado a comprar una papa, esperando. Fumar, esperando. Morir, esperando.
La cosa de la poesía, esa pintura donde nos veo y nos espero, Querido. La cosa de existir en forma de mar o caracol. Así son también las noches. Yo, enroscadita sintiendo ese dolor de panza donde se instala la ansiedad, y a la vez, se arroja por la lluvia que no ocurre hace ya bastante.

Hay noches en las que me vuelvo tanto hacia mi cuerpo que puedo encontrarte, pero me pierdo de vista. Después la desesperación, el sueño o la vigilia. Como te dije, cosa de la poesía estarse esperando mientras todo se va tejiendo en hilos que asumen su latir ya no en forma de corazón sino como un todo. Donde pudiera saberte es un puñado de humo (cuando fumo y fumo y fumo y desespero y espero y espero y soy loca y me arde y me lastimo y me curo y no soy yo pero sí soy yo porque te encuentro).



Noelia Palma (Argentina, 1984)

Fuente: La foto y los textos fueron tomados del blog personal de Noelia:

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