lunes, 2 de abril de 2018

3 POEMAS DE GABRIEL PANTOJA



3

No es la tela
donde se balancea
el espacio este espacio
en que escribís. No es
la materia incompleta
que te tiene queriendo más
o puteando así. Un sapo
es todo el jardín
decís, y por eso esas
flores reventadas
y violetas y la
hojarasca después
con su danza de oro
quebradizo y reseco.
Está ante vos ahora
el jardín y ante vos
ahora el sapo y las flores
y adentro también está
jardín sapo y flores
tu decir. Un sapo es
el fondo sobre el que
habías apoyado
el fruto y resbalaste
mismamente por
la apoyatura y el fruto
y así venías tan pronto
con tu cicatriz universal
un día hasta el muro
a escribir esto:
es la imbecilidad
de lo completo, lo atroz
de estas tierras, decís
lo menos bello del reino.
El reverso de las cosas
te tiene así, hermano
hasta parecés el parpadeo
de la materia en la tela del
tiempo cuando gira y está
como a punto de saltar.





5

el agua de la pava lista

y en algún lado del mundo una casa
pensás
está destruyéndose

mientras
acaricias el gato

la hoja que veías arrastrarse
por la espiral de viento sobre la gris
canaleta del parque ahora va
a parar hacia el reseco
barro de un charco

sabés que también vos
habías pasado por ahí
y viste
cómo la infinita esfera de agua
repetía deformando el peso de los naranjos

ahora el animal busca
un rectángulo de luz
y se recuesta

estás en la alta piedra
de las quebradas fulguraciones
donde ceden los rostros
decís
a la mordida de dios

entonces la hoja vuelve a salir
arremolinada
por el aire

y ahí es cuando
se estremece gravemente la tarde
y el animal
arquea el lomo como si
entrara de un salto a la irregular
sombra de la historia
y la partiera

pero era solo el roce
pensás
de la caricia



Poemas de Crack

1
no dije “caían naranjas del poema”
dije sí “rodaba el número sobre la mesa floja como gotera”
y si no dije
“caían, etcétera” y sí dije “etcétera, gotera y mesa ”
¿es porque caí?
escribía, en cambio “miraba por la ventanilla del 33 la luz de la tarde
repetirse en miles de hilachas contra el objeto dios de tus piernas cuando…”
y, pienso, si escribía que “miraba” y escribía “33, y tus piernas, y dios contra
el objeto” y si no dije “etcétera del caer” y sí “gotera del número flojo” y si
pienso que pienso.
mal.
mal: primer estado del ser.
mal: me rompí.
mal: son las once.
mal: estoy hace quince años en ese martes de la plaza.
¿existieron las cinco de la tarde de dios?
había poema anaranjado sobre la mesa, había atardecer del objeto
recordatorio, luego fui la mesa, yo, el rodar de la naranja, el libro de poemas,
el traje de la lluvia, las piernas de dios cruzadas para mi mal.
me rompí.
¿y ahora?
pienso. acá se aflojó la metafísica. acá es muchas cosas igual
a menos acá.
ahora me parto al centro como una naranja del libro de poemas que
me toca escribir y, encima, negarme:
no fui yo.
¿había sido el agua elemental de unas piernas cruzadas, dadas vueltas
para mí, quedadas para mí? mujer, chica de la plaza del martes, luz
coincidente con la piedra de mi libro, coincidente dios con la ventana del 33.
flojo de mí: pensando en que había centro en las cosas
que había pensar, que había cosas y así.
mal: debía empezar por esto.
¿hace fiesta la luz de las cinco en el mal, hay luz de las cinco
recién a las once?
“he sido feliz en un lugar equivocado”, escribí.
pero pensé: ¿eso lo puse yo?
no, fui yo


Gabriel Pantoja (Córdoba, 1979)


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