miércoles, 19 de julio de 2023

MÁS POEMAS DE ESTELA ZANLUNGO


 

el destino



Tu casa es una casa para uno, 

me dice la mujer,

y se sonríe.

Yo le leo los labios y me quedo pensando:

¿Querrá decir un techo para que el buey se lama solo?


En la pared del fondo hay un grafiti;

me impresiona que diga para siempre.

Adentro, la enamorada del muro

sofoca a otras especies y como puedo

la voy teniendo a raya

para evitar que se las trague.

Si uno aguza el oído,

de noche se la escucha crecer

como a una lengua

que se hunde en los cimientos.


Pero en el fondo del jardín

alterna una espesura de estación nueva

con la imagen de un hombre secándose a la luz

colgado por el cuello,

y todo es natural como cuando los gatos gritan

de madrugada

y al otro día vienen y se estiran al sol

sin nada que delate su condición de amantes.


Se nos van de las manos tantas cosas:

sin ir más lejos ahora

tengo una bolsa llena de medias sin su par.




el refrenamiento



Ah, debieran verme podar el despropósito

que ha crecido en mi patio

para entender que estoy dispuesta

a cortar por lo bueno.


Le pregunto al cuchillo si entiende

qué es la frondosidad

y dice ahí, donde la jungla del helecho

suelta hijos.


Entonces voy y desentierro el nervio

que baja por el tallo

como me pararía frente a un animal

que hay que sacrificar antes de que despierte,

me subo al borde de la pala

y que no queden más que el filo de hoja

abierto al aire,

con el impulso de todo el cuerpo encima.


A veces fantaseo con mostrar

lo que sé hacer cuando me saco el corazón

y que no quede un signo

que pueda confundirse

con el amor y su desasosiego.




la procesión



Aquí una hormiga

carga su peso sobre el cuero,

y ya quisiera el mejor buey

tener su tozudez de viento en contra,

su gusto por lo azul,

su olfato por lo dulce.


Después de un rato encuentro el caminito

de las depredadoras:

pienso en la red de obreras que obedece

a su genética ancestral,

una versión minúscula

un ensayo

de pasos de ballet.


Si me separo un poco,

la línea negra se pierde entre las hojas.

Se están llevando mi jardín sobre el lomo desnudo,

como quien roba un niño

y se lo ata a la espalda envuelto en un pañuelo.


Ahora que oscurece entro en la casa.

Las flores de la noche

han empezado a humedecer

el aire de mi patio,

y yo me traigo esa resina pegada en el vestido.

Juraría que afuera se sostiene

un cuchicheo detrás de los geranios

distinto al canto de los grillos.


Ah, quién tuviera la gracia

de entender con el cuerpo

la ley de la comuna.




Estela Zanlungo (Lomas de Zamora, Buenos Aires, Argentina).

Fuente: "Casa de buey", Mención honorífica Fondo Nacional de las Artes, 2021, Estela Zanlungo, El Andamio ediciones, 2022.



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