domingo, 3 de julio de 2016

4 POEMAS DE CARLOS J. ALDAZÁBAL







PROFESIÓN DE FE


En Salta creemos
que no hay nada mejor
que
    escribir un poema,
    destapar un buen vino
o fornicar con morenas
           de esas que te muerden
            cuando se suelta el orgasmo.
Creemos que en la tierra
se esconde un terremoto
y que la esterilidad es un problema ajeno,
                       propio de los peces.
Creemos en el sol,
                en el folklore,
     en la virginidad porfiada de las niñas del centro,
                             de las que van a misa.

Hay algo, sin embargo,
en lo que no creemos.

Sabemos que la angustia es un suspiro,
de los gorriones que se sientan a contemplar los muros
encima de la cruz del San Bernardo.





CAMPAMENTO


¿Imagen desvelada
porque siempre hay oídos,
murmullos,
frutos podridos en el hambre?

(es un tembladeral de belleza imposible,
                    un infierno magnífico)

Alacrán de mis botas,
concédeme la gracia del descanso.



PARTIDAS

1

Según los monos
el mundo es una rama desprolija.

Nosotros no existimos:
hojas secas apiladas sin orden.

No es quietud esta calma.

No rechinan los dientes por el frío.

Morirá la maleza en nuestras huellas.

Desolados,
nos llevará el viento hacia otra parte.




2


Si está inmóvil no se sabe el motivo:
los monos de la altura no miran para abajo,
aristócratas hoscos, como siempre.

Fue en la orilla del agua.

El tigre descansaba, digería:
sacerdote impensado
oficiando en la siesta
                   otro ritual.

¿Regresará la presa en el zarpazo?

Ocurre así a menudo:

el espejo del monte es infinito.



Carlos J. Aldazábal (Salta, Argentina, 1974)

Fuente: "Las visitas de siempre", Carlos J. Aldazábal, El ángel editor, Quito, 2015.

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