lunes, 10 de octubre de 2016

3 POEMAS DE MARCOS SILBER


No deja dormir. La tormenta.
La tormenta no me deja dormir.
La de adentro. Arrasa con todo
el viento de incesante furia.
En la cabeza. Adentro.
Y no deja dormir. La tormenta.
La tormenta no me deja dormir.
Llama. Golpea y llama.
De un temporal a otro corre
la tormenta en la cabeza.
De un temporal a otro corro.
Chiquito.







DE LOS BIENES NECESARIOS
Dos peces, uno para sí, otro para el ciego de la costa.
Dos camisas, una camino del lavado, la otra que vuelve.
Dos sueños, uno que acude al deseo,
otro que recupera los muertos queridos.
Dos parcelas de tierra, una para el rosal,
otra donde se pondrán a soñar mis huesos.
Dos papiros, uno para eternizar la palabra,
otro para anotar el nombre del desconocido.
Dos gatos, uno para buscarme en el cristal de sus ojos,
otro para recordar los modos de la distinción. Dos lápices, uno para viajar hasta el horno de la palabra,
otro para que vuelva con ella.
Dos voces, una para celebrar el silencio,
otra, para sostenerlo.
Dos caballos, uno para comer de sus espumas de libertad
cuando divide el horizonte
en la carrera de la playa;
otro, también.



Alegorías

Cuando escribo “ellos”
aparece el retrato de mi gente.
Si digo “derrota”
es porque nos cruzamos sin advertirnos.
Apunto “fuego”, para regresar
a la caverna donde recuperar mi sombra.
Copio “partidas” y se oye
el aullido negro de perros abandonados.
Subrayo “juego” y bajan colores
y más colores para batir a la niebla.
“Mesa” descubre un jardín de sublimes porcelanas.
“Sueño”, señala a la gigante bestia que baila feliz.
“Lilas”, se ofrecen para que las lleve al poema.
Cuando anoto “tranvía “acude el temblor
de una emoción de olas que no ceden.
“Abuelo” se presenta para que descubra
el desconocido rostro de su voz.
Y si dibujo el nombre de mi amada
será la rendición de los enemigos;
a saber: la soledad, la zozobra,
y la perversa lámpara
que me alumbra la puerta de salida. 


Marcos Silber (Buenos Aires, 1934)

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